He empezado a repasar
la Biblia.
Algunas reflexiones, inconexas,
me asaltan esta mañana, mientras trazo
una espiral en el café.
Me digo, por ejemplo, que belleza
y bondad presenciaron el origen del mundo,
por más que ahora nadie lo recuerde.
Y también que lo de ser botados
del Edén sin billete de vuelta
nos marcó igual que un hierro al rojo.
Polemizar con evolucionistas
carece de sentido,
pues a su modo dicen la verdad.
Un inglés
observó a los galápagos
y desde entonces
llevamos nuestra bestia a las espaldas.
Sin embargo, ¿por qué no va a tener
razón el Libro?
Que crear sea un acto de amor
lo sabemos bien los escritores
(o deberíamos).
Y en cuanto a la costilla...
bueno,
el resultado no pudo ser mejor.
Basta con asomarse a la calle
y comprobarlo.