Desata su furor, avanza, vuela,
de comprobado temple hace juguete,
en un punto se para y acomete,
da la misma salud que hiere y cela;
un promontorio -corazón en vela-
con flagelo de olas arremete
y firme roca su batir somete,
cual ijar lacerado por la espuela.
Derriba los afanes, la paciencia
exaspera continuo y en pedazos
al juicio rompe sin merced que asista.
Tanto avasalla Amor con su apetencia
y tanto aprietan sus divinos lazos
que no hay frágil mortal que lo resista.
